martes, 28 de julio de 2009

De don Jack White, sus rayas blancas, los cuentacuentos y otros climas muertos.







Ok, ¿por dónde empezar? Tenemos a este jovenzuelo pálido, un tal John Anthony Gillis oriundo de Detroit, que renunció al sacerdocio (la tradición familiar) presuntamente porque no le dejaban llevar su amplificador al seminario; el muchacho había aprendido a tocar desde los cinco años y para la pubertad ya le había agarrado gusto a la música clásica, al rock y al blues de los 50's y 60's. Opta entonces por la tapicería como vocación 'provisional' (¿WTF?) sólo para vérselas negras económicamente por todos los muebles devueltos a causa de los poemas de su autoría pintarrajeados en las telas. Dedícose pues a la música, formando pequeñas bandas (Goober & The Peas) y colaborando como invitado con otras agrupaciones en la escena post-grunge de su ciudad natal.


En el 96 desposa a una bartender tras haberla conocido un par de años antes. Le enseña a tocar la batería amateurmente y un año después forma una banda con ella: The White Stripes. Síp, la susodicha era Meg White y John, a.k.a. Jack, en su muy peculiar estilo de hacer las cosas, toma el apellido de ella. Nace entonces Jack White, la leyenda más joven (¿y extravagante?) del rock americano.

La banda es un experimento de punk blues y garage rock encapsulado en una especie de fantasia tricolor (e intrafamiliar) para Jackie-boy. Canciones sencillísimas (rítmicamente hablando) y pegajosas aunque no siempre accesibles, son la rúbrica del dúo. Ya tenían un sonido bien definido para su segundo LP, De Stijl (2000), masificado en su tercero, White Blood Cells (2001), consagrado para su cuarto, Elephant (2003), retorcido en su quinto, Get Behind Me Satan (2005) y revisitado para su sexto, Icky Thump (2007). No importaba que a estas alturas ya fueran ex-esposos pues entre ambos se alzaba una "hermandad" colaborativa que se sigue probando fructífera (un nuevo álbum saldrá el próximo año). Todo esto es suficiente anécdota como para merecerse un lugar en la historia de la música ¿no? Pues aparentemente no. Una leyenda parace necesitar más que unos cuantos éxitos en una década y levantar muchas cejas más... Necesita exixtir PARA su arte y no sólo vivir DE éste.

Jack White III, como también se hace llamar gracias a una obsesión con el No. 3, juntó otra banda en 2005 como otro experimento con amigos del que salió una canción. Sólo que no eran amigos cualquiera, eran integrantes de otras bandas bien definidas y/o con carreras establecidas (Jack Lawrence y Patrick Keeler de The Greenhornes y Brendan Benson, solista). Se bautizaron The Raconteurs ("contadores de historias" en francés) y se dedicaron a meterle folk-rock a la mezcla blues-garagesca con la que White había estado jugueteando en el pasado. Al año siguiente editan su primer álbum, Broken Boy Soldiers (2006), excediendo las expectativas de propios y extraños, quienes veíamos en este trabajo sólo un proyecto alterno cualquiera... terminó resultando que The Raconteurs tenían más punch que The White Stripes (Yeah!). El año pasado sacaron su segundo LP, Consolers Of The Lonley (2008), sin promoción alguna y sólo un par de semanas después de haber sido grabado (les valió madres crear expectativa). Esta actitud se nota en un disco más duro y bombástico que el anterior (si bien no taaan memorable).

¿Y ahora? La relevancia de este post. El imparable músico acaba de lanzar otro disco... ¡Con una tercera banda!: The Dead Weather. Pero en lugar de asumir su típico protagonismo guitarrero y vocal, el Sr. Blanco se encarga ahora de la batería y los coros secundarios (además de la composición obviamente). La voz principal recae en Alison Mosshart de The Kills, acompañados otra vez de Jack Lawrence (el tipo de lentes y pelo embarrado) y remata Dean Fertita de Queens Of The Stone Age. Su álbum debut se titula Horehound (2009) y es algo "distinto" para el viejo Jack: un rock-blues con sintetizadores muy sombrío (ok, no es tan distinto). Lo que en este disco se puede encontrar es una faceta noir de Mr. White (vaya ironía semántica), en dónde cada canción es un portal hacia los recovecos más oscuros del alma (a veces lastimosamente, otras veces con estallidos). El álbum es un diálogo entre Jack y una satanás de voz sexy interpretada por la señorita Mosshart. Hay guitarrazos, claro está, pero éstos alcanzan sonidos no comunmente asociados con este tipo de bandas (digo, a mí me llegaron a sonar a los de Robot Rock de Daft Punk, o alguna de las de Justice); inclusive los sintetizadores nada remiten a algo dance o remotamente electrónico. Todos los elementos están subordinados a la atmósfera que The Dead Weather quiere rescatar de algún pasado western olvidado. Sin embargo, no es un sonido inmediatemente accesible (es más, creo que sólo tengo un conocido al que genuinamente le puede gustar), pero fuera de ello es de notarse la versatilidad y ansias de crear de este hombre... digo ¿quién más usa sus ratos libres para crear lo único que realmente sorprende de Quantum Of Solace? i.i.e. Another Way To Die.

Total que no me queda más que invitarlos a enloquecerse/desconcertarse/dejarse-llevar por los acordes y ritmos que don Jack White dispara a diestra y siniestra.


2 comentarios:

Cocodrilísimo dijo...

Oye, quién sabe qué haya pasado con tu post que entró como plano y sin imagenes. Así, como se ve ahora está bien chidini!

Jajajaja me reí mucho con la ñoñería del la ironía semántica. Ahora mismo pasome a bajar el disco.

Juayitl dijo...

Sí ya lo sé. Se me hace que el blog jaló mi post y el tuyo a la vez (por eso dice que lo posteaste tú). Y lo que pasa es que en ese momento todavía no estaba terminado, sólo era un borrador.
Pero bueno, ya está... en verdad me encanta lo que hace el señor blanco.